-¿Qué tal está tu novio Álvaro?-Después de unos minutos de silencio en los que yo miraba por la ventana al igual que Juan, me viene ahora con Álvaro. Yo no lo entiendo y encima recalca lo de novio con un tono burlón.
-Un buen intento de sacar conversación. La verdad es que...-en ese momento me vienen a la mente dos cosas sobre Álvaro, el silencio que acompañó a cuando le dije que Juan el de la nieve estaba aquí y justo después sus palabras: "Tienes libertad de besar a cualquiera." La voz de su madre llamándole y él diciéndome que no podía hablar más y despidiéndose.-..., pues la verdad es que Álvaro está, bueno, no está muy bien, el otro día tubo un accidente pero nada grave, se ha lesionado y ya no podrá hacer nada de lo que le gusta, pero por el resto bien...
-Entonces, ¿tú confías en él?
-Sí.
-¿Y él en ti?
-Sí.
-¿A que viene eso?-le pregunté.
-A nada, simple curiosidad por el motivo por el que lleváis... ¿Cuánto tiempo?
-Nueve meses con este mes, agosto, empezamos en noviembre del año pasado. No es tan raro que alguien dure tanto tiempo.
-No, no es raro, yo sin ir mas lejos tuve una relación de cinco meses, pero si es raro la pareja que hacéis, un cabrón como él y... tú, tú eres su polo opuesto, no sé, es... diferente.
-Lo sé. Oye, cuéntame algo sobre ti, no sé, con quien has estado o algo así.
-Pues mira...-Me contó sus andanzas.
Yo le conté con quién había estado, en total son cuatro con Álvaro, pero me añadí dos más. Y así con el tema fuimos tonteando.
-Te la picas.
-¿Pero estamos tontos?
Me hizo atravesar todo el pasillo y volver hasta donde estábamos y subimos arriba pero la puerta estaba cerrada, hasta que intentó abrirla y no tenia echada la llave se metió y justo pasaban unos monitores y me vieron en las escaleras:
-¿Qué haces ahí?
-Nada, estaba jugando al escondite y...
-Vamos, baja, ahí no se puede estar.
Me siguieron con la mirada hasta que salí por la puerta y "seguí jugando al escondite".
Tres minutos después subí.
-Juan, ¿te han pillado?
-No, me metí en las duchas.-Nos empezamos a reír.
-Bueno, ¿como decías que te gustaban los chicos?
-Algo menos gilipollas que tú.
-Uh, eso es un punto bajo, bueno, ya que estamos en esto, me gustan las chicas como tú.-Me ruboricé.-Como tú, guapas,-dio un paso-listas,-otro-preciosas...-otro-¿paro?
No respondí. Puse las manos en su pecho y él lo tomó como que parara.
-Vale, Álvaro.
Negué con la cabeza.
Le toqué el pelo, el cuello, el pecho, metí la mano por debajo de su camiseta, los pectorales, la tableta.
-Espera-me dijo-Se quitó la camiseta.
-Ahora estoy en desventaja.
-No me la voy a quitar.
Se tiró a por mí y me la acabó quitando.
-No valen las cosquillas.
-Ajá.
Me dio un beso en la mejilla. Otro en la nariz. Otro en la otra mejilla. Otro iba a los labios pero aterrizó en la mejilla. Y me apareció en mi mente la primera vez que Álvaro y yo nos besamos, fue a traición: estábamos él y yo por el centro de la ciudad paseando y acabamos en un jardín, se dedicó todo el camino a juguetear con mi mano y yo le rechazaba la suya, estuvimos así diez minutos, y los otros diez decidí de seguirle el juego y le di la mano. Cuando llegamos allí nos sentamos en el suelo. Me estaba contando una batallita mientras me miraba a los ojos y entonces me besó, fue rápido, se acercó y me besó, luego como vio que yo no le reprochaba nada se acercó rápido, al llegar a mis labios dudó medio segundo pero luego accedió, yo le continué el juego, encime era el día que dimos por comenzada nuestra relación, en noviembre, y hacía mucho frío.
Me tropecé y sujetó por la espalda y yo le toqué el culo sin querer. Álvaro. Me volvió a poner la mano en su pecho. Pero la quité. Sonrió pero no sé por qué.
Paré, no quise seguir, yo amaba a Álvaro y ningún palurdo iba a conseguir que cometiera el mayor error de mi vida y accediera a besarle, ya bastante había palpado su cuerpo.
Pero por lo visto era lo bastante corto para no darse cuenta, vamos, es un chico, no se le puede pedir más, el caso es que me hizo el mismo recorrido que yo palpándome mi cuerpo, evitó mis pecho y pasó a la tripa justo después de la espalda, y cuando estaban sus manos justo debajo de mis pechos ya le paré. Y me vino a la mente...
♥Sigue soñando hasta agotar tu imaginacion y siente escalofríos con lo especial y esencial que es♥
jueves, 8 de septiembre de 2011
miércoles, 7 de septiembre de 2011
Carpe diem, mítica frase.
Ese día la amenaza no se cumplió en la piscina, ni en las piraguas como nos pensábamos todas, sino que se cumplió en las duchas: habían cerrado la tubería por donde va el agua caliente y solo había agua fría, en las canoas nos habían tirado hundiendo la canoa, en la piscina estuvimos las chicas jugando, pero claro, estábamos sucias y queríamos ducharnos, bueno, pues con agua fría, metiéndonos con cubos en las duchas de los chicos y recorriendo todo el pasillo con el agua y duchándonos en nuestras duchas con los cubos de la fregona que siempre están en los baños.
Son unos estúpidos.
Por la noche llegó una de mis noches favoritas: la noche del cuento:
Nos contaban un cuento los monitores, nos dividían en grupos y teníamos que ir haciendo el final del cuento nosotros mismos, según las pistas y como lo interpretáramos, y luego hacer como un teatro representando nuestro cuanto, la caña.
Ese día Álvaro me dijo que tenía libertad de besar a cualquiera en el campamento, después llamé a mis amigas y estuvimos hablando de ello media hora, finalmente decidí pasar del tema y me dormí.
Quinto día y sexto día:
El quinto día transcurrió sin dificultades ni nada nuevo, la única novedad es que Ana empezaba a causar sensación con el amigo de Juan, Alberto. El sexto día fue mas bien extraño, Juan y yo... tonteamos mucho ese día y nuestras caras estuvieron a diez centímetros de distancia, y lo peor es cuando digo que eso ocurrió en el baño de las chicas porque yo me iba al baño el me vio y me "secuestró" hasta el baño y luego me dijo que era broma y nos pusimos a hablar y a tontear... hasta que ese día por la madrugada lo vi cuando yo iba al baño porque antes no había ido a punto de besar a otra chica que era de mi cuarto porque sé que una salió antes que yo y aun no había vuelto y era rubia, a mí me dolió mucho y me fui corriendo después de cortarles el rollo.
Séptimo día:
La mitad de la semana, los monitores nos habían prometido algo nuevo y así fue: ¡Nos llevaron de excursión!
Fuimos a la ciudad a la que pertenecía el pueblo, nos pasamos allí el día y luego por la noche hicimos otra de mis cosas favoritas, dado que nos habíamos cansado después de estar en la ciudad, hicimos una casa del terror.
Decoraron de terror todo el edificio del albergue, la "visita" empezaba en el comedor, continuaba por las escaleras del baño de los chicos pero antes de subir había una monitora al estilo niña del exorcista con la que grité mucho, nos metimos en su baño y... ¡Un monitor salió por encima de las duchas! Nos señaló lo del espejo y ponía (con lo que estoy segura era ketchup) "IROS YA O ACABAREIS COMO YO".
Luego, el pasillo estaba totalmente al estilo cementerio, atravesamos el pasillo y bajamos por las escaleras de nuestro baño y al igual que en el pie de las escaleras del baño de los chicos nos esperaba otra sorpresa, en este caso una mesa con otro monitor, este monitor estaba todo de rojo y cuando íbamos a salir la puerta se cerró y el se sentó, estuvimos dando vueltas por la mesa hasta que la puerta se abrió, pero yo me quedé quieta como en estado de shock y durante medio minuto no podía hacer más que gritar hasta que Ana volvió y me gritó que saliera.
Al salir debía de estar pálida, Juan me vio y vino corriendo a ver que me había pasado y yo le dije que nada. Esa noche casi no dormía, pero compartí cama con Ana sino no estaría agusto.
Octavo, noveno y décimo día:
El octavo día quedó claro que Ana y Alberto estaban juntos, y otra compañera de mi cuarto también tenía novio, todo ocurrió en la excursión por el río que acabó en el pueblo, debieron de "declarare y besarse" en esa excursión. Ese día discutí con Juan por el incidente de la otra noche.
El noveno día estuvimos jugando solo las chicas a verdad o prueba y el décimo día nos fuimos otra vez al pueblo y compré los recuerdos y regalos y alguna guarrería. Ese día por la noche jugamos a los continentes: éramos cada uno un continente y era algo parecido a un OT, pero al final cada uno decía una canción con su continente, a mí me tocó Oceanía y a Juan también pero casi ni nos miramos.
El día once:
Ese día por la tarde estuvimos preparando un poco lo del último día, y lo mejor de todo es que por las mañanas ya nos dejaban elegir la multiaventura, y claro, repetimos todo: el paso del mono (que es atravesar el río por una cuerda sobré él y volver), tirolina, piraguismo, tiro con arco y escalada.
Son unos estúpidos.
Por la noche llegó una de mis noches favoritas: la noche del cuento:
Nos contaban un cuento los monitores, nos dividían en grupos y teníamos que ir haciendo el final del cuento nosotros mismos, según las pistas y como lo interpretáramos, y luego hacer como un teatro representando nuestro cuanto, la caña.
Ese día Álvaro me dijo que tenía libertad de besar a cualquiera en el campamento, después llamé a mis amigas y estuvimos hablando de ello media hora, finalmente decidí pasar del tema y me dormí.
Quinto día y sexto día:
El quinto día transcurrió sin dificultades ni nada nuevo, la única novedad es que Ana empezaba a causar sensación con el amigo de Juan, Alberto. El sexto día fue mas bien extraño, Juan y yo... tonteamos mucho ese día y nuestras caras estuvieron a diez centímetros de distancia, y lo peor es cuando digo que eso ocurrió en el baño de las chicas porque yo me iba al baño el me vio y me "secuestró" hasta el baño y luego me dijo que era broma y nos pusimos a hablar y a tontear... hasta que ese día por la madrugada lo vi cuando yo iba al baño porque antes no había ido a punto de besar a otra chica que era de mi cuarto porque sé que una salió antes que yo y aun no había vuelto y era rubia, a mí me dolió mucho y me fui corriendo después de cortarles el rollo.
Séptimo día:
La mitad de la semana, los monitores nos habían prometido algo nuevo y así fue: ¡Nos llevaron de excursión!
Fuimos a la ciudad a la que pertenecía el pueblo, nos pasamos allí el día y luego por la noche hicimos otra de mis cosas favoritas, dado que nos habíamos cansado después de estar en la ciudad, hicimos una casa del terror.
Decoraron de terror todo el edificio del albergue, la "visita" empezaba en el comedor, continuaba por las escaleras del baño de los chicos pero antes de subir había una monitora al estilo niña del exorcista con la que grité mucho, nos metimos en su baño y... ¡Un monitor salió por encima de las duchas! Nos señaló lo del espejo y ponía (con lo que estoy segura era ketchup) "IROS YA O ACABAREIS COMO YO".
Luego, el pasillo estaba totalmente al estilo cementerio, atravesamos el pasillo y bajamos por las escaleras de nuestro baño y al igual que en el pie de las escaleras del baño de los chicos nos esperaba otra sorpresa, en este caso una mesa con otro monitor, este monitor estaba todo de rojo y cuando íbamos a salir la puerta se cerró y el se sentó, estuvimos dando vueltas por la mesa hasta que la puerta se abrió, pero yo me quedé quieta como en estado de shock y durante medio minuto no podía hacer más que gritar hasta que Ana volvió y me gritó que saliera.
Al salir debía de estar pálida, Juan me vio y vino corriendo a ver que me había pasado y yo le dije que nada. Esa noche casi no dormía, pero compartí cama con Ana sino no estaría agusto.
Octavo, noveno y décimo día:
El octavo día quedó claro que Ana y Alberto estaban juntos, y otra compañera de mi cuarto también tenía novio, todo ocurrió en la excursión por el río que acabó en el pueblo, debieron de "declarare y besarse" en esa excursión. Ese día discutí con Juan por el incidente de la otra noche.
El noveno día estuvimos jugando solo las chicas a verdad o prueba y el décimo día nos fuimos otra vez al pueblo y compré los recuerdos y regalos y alguna guarrería. Ese día por la noche jugamos a los continentes: éramos cada uno un continente y era algo parecido a un OT, pero al final cada uno decía una canción con su continente, a mí me tocó Oceanía y a Juan también pero casi ni nos miramos.
El día once:
Ese día por la tarde estuvimos preparando un poco lo del último día, y lo mejor de todo es que por las mañanas ya nos dejaban elegir la multiaventura, y claro, repetimos todo: el paso del mono (que es atravesar el río por una cuerda sobré él y volver), tirolina, piraguismo, tiro con arco y escalada.
El día doce:
Esa tarde, después de la piscina y de merendar -había Nocilla- ocurrió algo...digamos extraño.
Juan y yo recuperamos nuestro tonteo, y eso era malo para mí, la otra vez que tonteamos ya me intentó besar, pero esta vez... fue a más.
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