-¡Estoy agotada!
-No te preocupes Vero, que no queda tanto, y eso que te dejé una semana para que descansaras, ¿eh?-Le miro con una cara que dice claramente: "Sí claro, con lo tranquila que soy yo y todo lo que he echo, las piscinas, los partidos de mis amigas y tus amigos todos juntos y demás".-No me mires así, venga vamos a seguir.
Cuando llegamos allí había una casita de madera, hacía frío y aunque parezca increíble había un poquito de nieve, pero mucho más arriba:
-Ven, ahora nos vamos a los tele-cabinas.
Le seguí, y después de llegar cogimos otros dos más, y cuando estábamos saliendo, me tapó los ojos y me dijo:
-Cójeme la mano, ahora abre los ojos y mira.
Era un paisaje increíble, estábamos por encima de las nubes y éstas parecían algodón. Yo siempre que había oído en las películas o leído en los libros una descripción decían lo mismo, pero es la mejor descripción: son acolchadas y parecen muy blanditas, totalmente blancas y son preciosas.
-¿Cómo conoces esto?
-Porque mis padres cuando yo era pequeño antes de que naciera mi hermana me traían aquí en el solsticio de verano y recuerdo que era precioso.
-Lo es.
Pudimos estar en esa posición como media hora, pero hacía frío, así que no dimos la vuelta para irnos.
-Bonito, ¿eh?
Álvaro y yo nos giramos al unísono.
-Soy Juan.
-Yo Verónica.
-Yo Álvaro.
-¿Venís mucho por aquí?
-No, ahora mismo nos íbamos a la casa de allá abajo, tres tele-cabinas más abajo para relajarnos.
-¡Qué casualidad! Yo también estoy alojado allí, de echo vivo en la ciudad, como vosotros me imagino, pero he venido para hacer snowboard.
-Nosotros...-Estaba tan embobada que no sabía por donde seguir.
-... Nosotros hemos venido hoy y mañana para ver esto un poco.
¡Ese chico era increíble! Se ve por lo que le quedaba libre de la bufanda y el gorro que era morenito, tenía unos preciosos ojos... miel, creo, era alto, y no sé si era por el abrigo o era su cuerpo, pero tenía una espalda ancha.
-Cariño, ¿podemos hacer hoy o mañana también snowboard o si no esquí?
-Claro, ¿podemos ir contigo?
-¡Por supuesto!
Y así, nos volvimos montaña abajo en busca de calor, no pude evitarlo, pero me estuve riendo de todo lo que dijo, y observándole como no lo he echo antes, de lo que también me percaté, es que Juan se dio cuenta y no dudó en demostrarlo, yo me sonrojé, y como volviendo a la vida, volví a besar a Álvaro como para que se diera cuenta de que estaba ocupado, o más bien para darme cuenta yo.
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