Ese mismo día, nos metimos en la piscina, que tenía el agua caliente, y después en el yacuzzi.
Vale, sé que es verano, y sé que es Julio, pero nadie se resiste a eso, y menos yo que nada más lo había visto en las películas.
La piscina la cerraron cuando anocheció, pero luego estuvimos Álvaro y yo en el yacuzzi, más tarde, a eso de la una de la mañana se me ocurrió llamar a Juan, al principio cambié de opinión en cuanto abrimos la puerta de la cabaña, pero el segundo de después me eché a correr diciéndole a Álvaro:
-¡Al que llegue el último se le come el lobo blanco que vi esta mañana!
Estuvimos media hora buscándole, pero la cabeza pensativa de mi novio (cuando le da la vena) cuando me atrapó que encima me hizo un placaje y los dos al suelo, dijo:
-Vale, nos dijo que desde nuestra habitación saliéramos todo recto, en el segundo cruce a la izquierda y era la tercera puerta a la derecha.
Y allí fuimos.
-¿Estás bien?
-Si...
-¡Si ya! ¡Pero si me vas a dejar el brazo rojo!
Silencio.
Se empezó a reír.
-¡Tienes miedo!
-¡No!
-¡Sí! Juan me contó una historia de este sitio en lo que tu te preparabas con tu bikini sexi rojo que se ata al cuello de los que son horizontales.
-Me parece bien.
-Me dijo, que hace como unos cincuenta años, es decir, en los años sesenta más o menos, aquí hubo una avalancha, sobrevivieron dos personas, pero cuando las sacaron estaban exhaustas y con manchas de todo tipo, la gente que viene aquí a esquiar o a pasar unos días lo sabe, trabajaba aquí por esos tiempos un señor que había salido de rehabilitación por un accidente de tráfico que había tenido, pero nadie murió, el caso es que cuando supo que estaban atrapados empezó a dar a al gente y a pedirles explicaciones de por qué estaban atrapados (el tenia claustrofobia) y se dedicó a darles, hasta que sin querer se cargo a un señor y ahí se le fue la olla y persiguió a gente, en total eran: unos cinco trabajadores (no había mucha gente trabajando): el de las llaves de las habitaciones (que era el que mató a gente), dos de la limpieza y dos de cocina, pues como diez huéspedes, total quince personas y solo vivió una pareja que se escondió en los fogones de la cocina, tenían golpes, pero vivieron, desde entonces hay ruidos raros, pasos raros, manchas raras y sombras raras. Por ejemplo, ves una sombra, piensas que es la de la cortina pero te giras y no hay nada y nadie.
-¡Ahhh!-Grité.
-¿Qué?-Dijo Álvaro.
-Muerdo bien, ¿eh?-Esa voz no sabía de donde provenía.