... Estábamos Álvaro y yo en mi casa, mis padres se habían ido con hermana al pueblo y no iba a estar nadie en mucho tiempo.
Estábamos con una película, un bol vacío, con restos del maíz de las palomitas que no se habían echo, yo llevaba unos pantalones cortos y una camiseta anche, él llevaba una camiseta roja y unos vaqueros, y nos estábamos dando el lote.
-Am... Verónica...
-Dime.
-¿Tienes un condón?
No le contesté, le di mi respuesta a modo de mordisco.
-Me lo tomo como un no.
Le di un beso.
-He acertado.
-Es que a veces no se puede tener todo.-Le dije.
-¿A no?
-No.
-Eso es malo.
-¿Por qué?
-Porque entonces no se porque te tengo a ti.
-Bobo.
Le seguí besando.
Sí, lo hicimos exactamente por primera vez el mes pasado, estoy hablando de que yo voy a cumplir los dieciséis y él ya lo tiene, nos llevamos casi un año, casi. Solamente lo hemos echo una vez, antes de que yo viniera al campamento y se lo conté.
Justo después de que me lo dijera empezamos a jugar con el condón mientras nos íbamos quitando la ropa.
Y entonces fue cuando volví a la realidad por segunda vez. Juan me estaba mirando con cara rara porque yo estaba ida y luego la cambió a "¿Por qué no me dejas?"
-No quiero.
-No, en realidad sí que quieres pero no puedes.
-Mira, puedo hacer lo que me da la gana...-Me dio un pico (básicamente porque le aparté).
-¿Ves? No puedes.
-Sí puedo pero es que yo QUIERO-y eso se lo dije muy despacio-a Álvaro, ¿vale? Y no quiero tener nada contigo ni nada, si toda yo entera quisiera tener algo contigo te seguiría, pero no quiero.
Me puse la camiseta y me fui. Justo cuando bajaba me encontré a la chica con la que le vi besándose a Juan y a ella la otra noche.
-Tu amigo no entiende las cosas, ¿verdad?
-Es posible, ¿está allí arriba?
-Sí.
Día trece:
Ese día por la noche fue la caña, jugamos a un juego de policías y traficantes, había dos grupos de traficantes y uno tenía que cambiar las bolitas de papel albal que tenía por garbanzos y viceversa, pero si la pasma te pillaba malo, te tocaba hacer pruebas y escapar de la cárcel.
Esa noche, a eso de las dos y media o tres de la mañana, cuando ya los monitores estaban dormidos, las habitaciones de chicos (la de Juan) y la mía nos juntamos, estuvimos jugando a botella, bueno, estuvieron jugando a botella, una chica y yo nos quedamos viendo, las dos porque teníamos novio, pero cuando llevábamos media hora jugando, tiró Juan con la botella, y justamente la tocó a la chica que no jugaba, pero ella dijo que no. Salió perdiendo, la sujetaron un montón de chicas y a mi unos chicos para evitar que la soltara de las chicas y él la besó, cuando dejaron de besarse ella dijo:
-¿Pero estabais seguros de que era a mí y no a Verónica?
-Sí.-Dijeron muchos.
Pero saltó el graciosos de turno:
-Si la hemos obligado a una que no jugaba... ¿por qué no a la otra?
En ese momento juro que abrí al puerta y me fui a mi habitación, pero salieron los chicos detrás de mi y las dos habitaciones nos trasladamos a la nuestra.
Allí me rodearon todos, incluso la chica que tenía novio a la que ya la habían obligado, me sujetaron por todos lados, ya os podéis imaginar el show, el caso es que cuando ya no puedo hacer nada más que respirar viene Juan, entra por la puerta:
-¿Pero que hacéis?
-Bésala.
-Ella no quiere.
-Pero el juego es así.
Me miró Juan, su cara quería decir "Vale, no lo haré." Por lo que quería decir que yo tenía una cara que decía "No me obligues por favor."
-No lo voy a hacer, si ella no quiere yo no lo voy a hacer.
-Tío no te rajes ahora. Todo lo que hemos hablado por las noches todos y ahora que llega este momento vas tú y te rajas.
El resto de personas de la habitación y yo le miramos.
-Venga tronco. Bésala. Bésala. Bésala.
Todos empezaron a cantar eso y cuando Juan e dio la vuelta hacia la puerta uno se interpuso en su camino.
Le rodearon, incluso algunos que me retenían se fueron dado que yo tenía menos fuerza que él.
Cuando apenas separaban veinte centímetros nuestras cabezas nos cogieron a los dos las cabezas y las unieron hasta que nuestros labios se rozaron. Llegados a este punto que yo seguía respirando porque era lo único que podía hacer él debió pensar que ya que al final a ocurrido vamos a aprovecharlo, así que empezó a besarme, besos dulces y suaves, dado que yo no movía la boca y no podía mover la cabeza.
Después de aproximadamente un minuto que me pareció una eternidad me soltaron la cabeza y yo me eché hacia atrás en un acto reflejo, él se quedó allí, me miró y se fue de la habitación.
Supe que le habían soltado la cabeza cuando la movió de la derecha a la izquierda.
Luego se fueron todos a la habitación de los chicos donde estaba la botella y siguieron jugando.
Yo me puse el pijama, ya había tenido la noche lo suficiente movida como para seguir.
Cuando me había quitado la camiseta del pijama para quitarme el sujetador (porque nos le habíamos puesto para ir a la habitación de los chicos) entró Juan:
-Lo siento.
-Vete.
Me metí corriendo entre as dos literas que mas alejadas estaban de la puerta.
Me vio que estaba con la camiseta por delante del pecho:
-Perdona, vístete.
Me puse la camiseta y salí de las literas en busca de mi sujetador blanco y negro de Snoopy para guardarle en la taquilla y subirme a la cama a dormir.
-Vete. Estoy cansada. Quiero dormir.
-Solo venía a pedirte perdón y...
-¿Y qué más? Mira ya me has pedido perdón, ahora me voy a dormir.
Supe que había sido borde por la forma en la que sonó la puerta.
-¿Qué haces ahí?
-Mmm...
-¡Shh!
Susurros.
Día catorce:
-¿Qué tal anoche jugando a botella?
-Estoy con el amigo de Juan.-Me dijo Ana.
-¡ Enhorabuena!
Otras dos chicas a parte de ella triunfaron esa noche.
-¿Y tú que tal con Juan?-Me dijo Ana.
-Nada, me pareció fatal, yo no quería que me besara, además, ¿por qué lo dices así?-
-Nada, nada...
-Que si no te ahogas, como tu que te estás ahogando en tu propia mentira de nada nada... ¿Por qué?
-Pues porque... cuando llegamos y me iba a subir a la litera de al lado de la tuya... me encontré a Juan durmiendo encima de mi saco de dormir a tu lado mirando hacia a ti pero dormido.
-¿Que qué?